Aprendizaje y enseñanza

La distinción entre aprendizaje y enseñanza es crucial para entender la utilidad de la teoría de Piaget en el ámbito pedagógico, pero esa distinción es ajena al paradigma conductista según el cual, dada una serie adecuada de reforzamientos externos, lo que se aprende es precisamente lo que se enseña. Pero volvamos al caso del niño que niega la conservación del número de elementos de dos conjuntos. Por supuesto, podemos enseñarle a repetir (como en la escuela tradicional) tablas de sumar, restar o multiplicar. Podemos también considerar la repetición como prueba de aprendizaje. Podemos sancionar sus errores de repetición. Lo que no podemos es crear, en lugar suyo, la estructura de pensamiento que le permita deducir una verdad lógica, una evidencia racional que no necesita de verificación empírica. Un maestro inspirado en Piaget va a priorizar lo segundo, sin que eso le impida actuar como docente. Sólo que su rol docente resultará profundamente redefinido: en lugar de enseñar verdades para ser repetidas tratará de crear situaciones que obliguen a los niños a pensar para darles, desde muy temprana edad, el placer del descubrimiento y la insustituible confianza en la propia capacidad de pensar.
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